Fuimos un todo que se completó como se escribió hace muchos siglos atrás, al inicio de los tiempos. Cuando la tierra era sólo polvo cósmico orbitando en un eje.
En aquellos entonces cuando reinaban dioses místicos, incluso aún sin nombre, no existía la humanidad que los adorara.
Y ahí se escribió la historia....
Una especie de luz, que se convertiría en alma fue llamada ante los seres supremos. Sería enviado a la que sería la tierra.
-¿Pero como pregunto? Acá tengo todo, soy feliz, no me falta nada.
-¿Pero como pregunto? Acá tengo todo, soy feliz, no me falta nada.
Deberás hacer un viaje, en un mundo que se ha preparado para una nueva especie que se llamará humanidad. Pero no temas no estarás sólo.
Contarás en tu camino con un ser que irradiará tu andar, con quien vivirás días de felicidad y eternamente serán el uno para el otro.
-¿Por qué me mandan a un lugar extraño, si aquí ya tengo todo eso.
-¿Por qué debo buscar algo que no he perdido, algo que no necesito, algo que ya tengo.
¡Silencio! Debes partir ahora, pero no temas hemos elegido para ti una compañera. Un ser, que te ayudará a que tu estadía sea más placentera. Recorrerás un camino llamado vida y en ella encontrarás a este ser que de tu mano, caminarán juntos.
-¿Y donde esta ella? Quiero conocerla!
¡Silencio! La encontrarás en la tierra, después de nacer, crecer y madurar búscala y la encontrarás.
¿Pero que pasa sino la encuentro? ¿O si al pasar de muchos años ella me ha olvidado? ¿Como la reconoceré? ¡Silencio! Debes partir ya.
Y así empezó aquel hombre a vivir su vida.
El tiempo pasaba, conoció a otros tantos seres llamados mujer. Creyó en alguna ocasión haber encontrado la que para él fue designada. Pero esta felicidad era efímera, incluso enferma y llena de mucho dolor.
Cansado, una noche viendo la estrellas, anhelando el hogar del que había partido una vez, les grito con furia, enojo, ira.
Estaba cansado de buscar, de ser engañado, de no ser feliz. Había logrado otros tantos objetivos, sin embargo sufría por su amor. Aquel ser que le fue prometido. Aquella mujer que sin ser parte de su cuerpo era todo y no era nada.
Un día, cansado de buscar y llorar, decidido a no perder más tiempo en cosas que empezó a llamar triviales. Empezó a ser inmune al amor, al llanto, a esa sonrisa tonta que sólo se ven en los enamorados. A paso firme y con voluntad, decidió dedicarse a trabajar para obtener simples cosas materiales.
Pasaron muchos años ...
El sol se ocultaba en el ocaso, bañando de amarillo tenue el horizonte, llenando de rojo rubor las últimas nubes que le sonreían a su partida.
En aquella tarde de abril, algo llamó su atención. Una imagen apareció repentina a su vista, fijándose en su memoria, haciendo imposible bajar la mirada. ¿Podría ser ella?
Su corazón latió fuerte y rápido, como si dos galaxias estallaran por su cercanía, el universo tembló, en el oscuro silencio de la tarde que era tragada por la oscura noche de ese día de abril. Entonces, supo sin duda que era ella ....
No toda la historia puede ser contada de una vez, es necesario hacer las pausas. Incluso Diosito allá en el cielo se pone a descansar ... continuará.