Es la madrugada de un sábado de noviembre de dos mil trece, es un gran día y lo sabe. Vuelve a cerrar lo ojos y va repasando mentalmente lo que ha vivido horas atrás, no se mueve, no quiere despertar a su acompañante.
La mañana transcurre normal, los sonidos del hogar lo despiertan. Camina a la cocina, los olores cargados de sabores, nada le apetece. En el baño el agua fresca termina por despertar los huesos y la mente, rápidamente se carga en sus neuronas las actividades que debe realizar para que todo esté listo por la noche. Se despide y sale de casa.
Horas mas tardes, tulipanes, rosas, jazmines y girasoles invaden los sentidos con sus olores y colores. El trabajo del artesano, un artista con las manos está listo y es maravilloso. Rosas amarillas, con el verde del follaje y los imponentes girasoles, todos juntos formando un perfecto y armonioso arreglo.
De vuelta en casa, ella descansa, él se mantiene alerta. Suena el teléfono y alguien del otro lado después de saludar pregunta si ya puede llegar. Minutos mas tarde en la entrada de la casa, un microbús de delivery entrega un pastel con relleno de guayaba en la primer capas y de leche condensada en la segunda. Adornado de flores blancas, más tarde acompañadas de girasoles.
Cae la tarde y manicuristas, estilistas, maquillistas y otros tantos similares preparan el óleo del más hermoso paisaje. Por horas el cuadro es pintado lentamente, él, impaciente. Callado, inmóvil, con cero paciencia espera hasta verlo terminar. La espera llega al final, la obra aún no, eso lo inquieta. Se levanta y se va.
De vuelta en casa, una nueva ducha fría ponen las ideas en su lugar. Se dirige al cuarto y empieza a pintar su propia acuarela, con manos asustadas trata de completar su Picasso, fracasa. Se molesta, le grita al artista que no dice ni una palabra, es su imagen en el espejo.
Las seis, llega la noche. Un mensaje de texto aparece en la pantalla del celular, el transporte está afuera y emprende su camino. El destino no es incierto, pero la hora de llegada si. Con astucia y picardía debe llegar antes de su Valentina, esperarla con porte y gallardía en la entrada del lugar. Lo consigue.
Este es un vals de dos, pero con gente alrededor. El maestro de ceremonia ya ha llegado con puntualidad de reloj suizo y la espera puede que lo haya desesperado. Ella aparece, él casi desvanece. Su belleza, el brillo de sus ojos, el misterio de la noche, el secreto que acontece, todo esta listo. Comencemos el vals.
Cuando por fin le ayudan con el nudo en la corbata y el de la garganta también queda a punto, la toma de la mano y juntos caminan hacia una mesa dispuesta para comenzar el vals. Suena el primer compás ... “Reunidos está noche...”. Comenzamos a bailar.
Los testigos hacen movimientos de aprobación y firman haciendo constancia que aquella pieza es sin igual. Una pausa y ... “los anillos” ... se alcanza a escuchar. Él con un hilo de voz logra pronunciar ...“te amaré toda la vida” ..., es su promesa al terminar. Ella le sujeta su cara con ambas manos y lo besa si parar. Él respira. aplausos se escuchan al final.
Se sientan y en la cena con cierta calma que ha logrado conquistar, finalmente y por primera vez en el día, devora todo sin dudar. Risas, meseros que vienen y van, fotos aquí y allá, la velada avanza entre las bromas de un grupo pequeño pero para ellos muy especial.
Ella se mueve a su lado, en la cama del hotel. Él ha pasado horas recordando sin parar y la luz del día le ha sorprendido. Ella ha despertado, él la abraza, sonríen. Está hecho, el sueño secreto, cumplido ya.
Epílogo
A mis amigos que esa noche compartieron un momento muy especial. A mi abuela y mi madre que esa noche me regañaron y me dijeron "no nos hagas quedar mal". A mi hermana y mis sobrinos. A todos los ahí reunidos esa sencilla noche, sin lujos, sin títulos aristocráticos o pudientes, gracias infinitas por haber sido parte de la noche más grandiosa de mi vida. Esperen pronto la secuela.
A mi esposa hermosa, finalmente me atrapaste. Gracias por ser mi cómplice, mi acompañante en este vals. Porque doce meses son más bonitos que un año. Te amaré toda la vida. Seguimos bailando.

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